Etchelecu, Leontina. Reseña sobre Nelly SIGAUT VALENZUELA. Guadalupe, arte y liturgia. La sillería del coro de la colegiata. Vol. I y II. Museo de
Nelly Sigaut, “Guadalupe, arte y liturgia. La sillería del coro de la colegiata. Vol. I y II. Edición: El colegio de Michoacán y Museo de
En el marco del Año Jubilar Guadalupano (2006), El Museo de
La dilatada trayectoria de Nelly Sigaut la ubica como una personalidad importante en el campo de
En ocasión de coordinar un seminario dedicado a
El trabajo de investigación duró 5 años, pero tanto esfuerzo y desvelo se vio coronado en diciembre de 2007, cuando se le otorgó al equipo de investigación, el Premio Nacional Paul Coreans del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH).
Los frutos de esta investigación se presentan en dos volúmenes en los que se aborda la historia de la colegiata desde el minucioso estudio de tan importante mueble, que data de mediados del siglo XVIII. A través de su lectura, uno puede recorrer parte de la historia eclesiástica del México dieciochesco. Desde el espacio mismo que ocupaba el coro dentro de la basílica, y por sus implicaciones en la sociedad de su época, la colegiata estaba destinada a convertirse, como lo denomina Sigaut, en una “metáfora de poder”.
Las colegiatas son iglesias destinadas a cultos más solemnes que el de las iglesias parroquiales, tienen un cabildo colegial formado por varios clérigos, llamados canónicos, a cuyo cargo está el rezo del Oficio Divino.
En el caso de
“…de gran antigüedad, por ejemplo la iglesia madre de la localidad, las que atesoraban reliquias de mártires, las que tenían un cabildo numeroso, las situadas en una famosa y poblada ciudad, o las que tuvieran un templo amplio y de gran belleza arquitectónica…”[1].
Cuando se celebra oficialmente, la declaración pontificia de María de Guadalupe como patrona de
La parte alta contaba con 33 asientos destinados al abad, a los canónigos y racioneros, así como los tableros "Hic est choros" (aquí está el coro). En la sillería baja, con 20 sillas, se acomodaban los músicos y cantores complementarios, las autoridades eclesiásticas o civiles, y otros invitados especiales[2].
Un recorrido por el primer volumen de esta edición, nos acercará la historia del santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, desde la erección de la primera ermita, de muy antigua data (se cree que la misma fue levantada entre los años 1531 y 1533). Recordemos que fue en el año de 1531 cuando
Varios capítulos de ambos volúmenes fueron escritos por los distintos actores de tan vasta investigación, que acompañaron la tarea directiva de
El coro ocupa un espacio sagrado dentro del templo, y por su cercanía al presbiterio, se convierte en eje rector de su funcionamiento. A través del tiempo la sillería sufrió un desarrollo formal. La decoración de éstas se centra en la parte del respaldo, compuesta de varios tableros; las sillerías más tempranas parecen haber tenido ornamentación vegetal[4].
El programa iconográfico de la sillería del coro de la colegiata de Guadalupe, no sólo la hace novedosa, sino única en su género. Éste consiste en un despliegue de las deprecaciones de la letanía lauretana. Estos programas son muy escasos en sillerías corales, de allí su relevancia, que reconoce como fuente gráfica uno de los temas más interesantes de la emblemática mariana,
Mater Admirabilis
Tablero de la sillería alta
Medidas: 104.2 x
Fuente: Elogia Mariana, 1732
Además, se ha podido fijar una tercera fuente, el libro Felicidad de México, de Luis Becerra Tanco, edición de 1685, que ha servido para que Matías de Artega y Alfaro, tallara las planchas de la “serie aparicionista”, episodios en que se presenta la leyenda del Tepeyac.
De la elección del modelo, del espacio dentro del templo, así como su aspecto, se infiere el compromiso de sus usuarios, los canónigos, y el desafío que fue para el obrador de la sillería, Francisco Antonio de Anaya[6], que tuvo que sortear diagonales y escorzos que pusieron a prueba su pericia.
El estudio en particular de los tableros de la sillería, comprende la identificación de casi todas las fuentes gráficas y el desglose pormenorizado de sus inscripciones. Esta tarea titánica, abordada por el equipo de investigadores que dirigió
No hay comentarios:
Publicar un comentario